martes, 21 de junio de 2011

LECTURA

La lectura es el proceso de la recuperación y comprensión de algún tipo de información o ideas almacenadas en un soporte y transmitidas mediante algún tipo de código, usualmente un lenguaje, que puede ser visual o táctil (por ejemplo, el sistema Braille). Otros tipos de lectura pueden no estar basados en el lenguaje tales como la notación o los pictogramas.
La lectura no es una actividad neutra: pone en juego al lector y una serie de relaciones complejas con el texto. Mas, cuando el libro está cerrado, ¿en qué se convierte el lector? ¿En un simple glotón capaz de digerir letras? ¿Un leñador cuya única labor es desbrozar el paisaje literario?
Weaver ha planteado tres definiciones para la lectura:
  • Saber pronunciar las palabras escritas.
  • Saber identificar las palabras y el significado de cada una de ellas.
  • Saber extraer y comprender el significado de un texto.[2]

Ya no es apreciación subjetiva sino hecho científicamente demostrado: al mexicano no le interesan los libros. Se hizo todo lo posible. Y aunque haya sido en vano, hay dignidad en la derrota. Así pues, relajémonos, respiremos hondo, tomemos un descanso.
Las estadísticas avasallan. Demuestran con alevosía y ventaja, sin mostrar forma alguna de clemencia ni resquicio para el anhelado error metodológico, que al mexicano (el 99.99 por ciento) no le gusta leer. Es más, no sólo no le gusta leer, no le gustan los libros ni siquiera en calidad de cosa, ni para no leerlos ni para nada, vamos, ni para prótesis de la cama que se rompió una pata. Años de esfuerzo educativo, de aventar dinero a raudales en bibliotecas, centros culturales, publicidad, cursos, campañas y ferias, premios y becas, ofertas y descuentos, clubes y talleres, mesas redondas y presentaciones… Todo para merecer la sincera respuesta: No, no queremos leer. Que no nos interesa. Que no. Que no queremos. Que no haya libros y ya. Punto. No. ¡Que no! Ene, o = NO.

Una de ellas señala que hay 8.8 millones de mexicanos que han realizado estudios superiores o de posgrado, pero que el dieciocho por ciento de ellos (1.6 millones) nunca ha puesto pie en una librería. Luego de mezclar cifras y trazar constantes, el lacónico Zaid concluye: “La mitad de los universitarios (cuatro millones) prácticamente no compra libros.” Luego dice que “en 53 años el número de librerías por millón de habitantes se ha reducido de 45 a 18” en la culta capital. Es decir: a mayor esfuerzo educativo, menos lectores. Esto demuestra algo realmente inaudito: en México la clase ilustrada es aún más bruta que la clase iletrada.

En cuanto a la memoria, los niveles de captación de información relacionados con la memoria a corto plazo son menores en los adultos que en las personas más jóvenes. Además, en este mismo tipo de memoria, parece ser que los adultos pasan más tiempo explorando para extraer la información. Por otro lado, el almacenamiento de la información en la memoria a largo plazo, permanece relativamente estable.
Los estudios de motivación desarrollados por Maslow, consideran que si el ser humano satisface sus necesidades primarias (biológicas, seguridad, pertenencia) y las secundarias (reconocimiento y estima), entonces llega a la autorrealización; las personas con mayor motivación intrínseca funcionan por la búsqueda de la autorrealización, donde el impulso procede del interior de las personas y no del exterior. Es decir es cuando los estímulos u objetos que mueven a una persona a realizar ciertas acciones no son de tipo material ni pueden encontrarse en su ambiente, sino que están en el mismo individuo1.
La motivación intrínseca se genera en muchos individuos por un interés de conocer el mundo o de explicar los fenómenos; la motivación para aprender aumenta cuando existe una tensión moderada. Por ejemplo cuando un problema a resolver presenta un reto que activa la esperanza de una solución con una razonable inversión de tiempo es altamente motivante. El éxito en la superación de los retos se convierte en uno de los ingredientes principales de la motivación intrínseca.

Factores de personalidad:
Actitudes:
Se le define como la predisposición positiva o negativa que el individuo demuestra hacia persona, objetos, ideas o situaciones. Una actitud positiva hacia el estudio (le interesa, gusta y valora el estudio y aprendizaje), podrá facilitar el aprendizaje. Una actitud negativa (no le interesa, disgusta y desvaloriza el estudio), podrá interferir, obstaculizar e incluso inhibir el aprendizaje.
Fatiga:
Con base en lo anterior podemos decir que la persona encargada de elaborar y diseñar un contenido no puede manipular y controlar todas las variables anteriores ya que son inherentes a cada alumno, sin embargo es muy importante conocerlas y tomarlas en cuenta al planear e impartir la instrucción.
Elisa Saad2 propone que, antes de iniciar el proceso de instrucción, es conveniente:
1. Analizar las características de los conocimientos que poseen los alumnos y que serán determinantes para los nuevos elementos a aprender
2. Despertar la curiosidad de los alumnos sobre los aspectos aprender
3. Favorecer la comprensión y aplicación de lo aprendido
4. Invitar y estimular a los alumnos a que adopten metas realistas y evalúen su propia capacidad
5. Reducir los niveles de ansiedad que interfieren con el aprendizaje
Es el efecto causado por la exposición continua al trabajo, sin pausas, de tal forma que influye en el rendimiento, atención y rapidez de respuesta.


Motivación Intrínseca

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